lunes, 30 de abril de 2012

Pseudociencias: el psicoanálisis

Esta entrada es una recopilación de información sobre el psicoanálisis (existe un libro llamado el psicoanálisis ¡vaya timo!, perfecto para explicar esta entrada):

El psicoanálisis es una teoría sobre la psique humana, un método de investigación y una forma de terapia psicológica, creada por Sigmund Freud a fines del siglo XIX y luego desarrollada por varias escuelas y tendencias divergentes. Si bien en unos pocos lugares (Argentina en particular) se considera al psicoanálisis como sinónimo de psicología y se le concede implícitamente el status de ciencia, en el resto del mundo ha quedado relegado al nivel de una disciplina tradicional o de importancia solamente histórica, y ha sido reemplazado por terapias científicas más modernas.
¿Por qué es el psicoanálisis una pseudociencia? Es cierto que los psicoanalistas no reclaman para su disciplina ese status, pero en Argentina, donde son mayoría, están legitimados en la sociedad y en los sectores académicos y se los ve casi de la misma manera que a los profesionales médicos. Al mismo tiempo, el psicoanálisis no tiene las características que uno espera de una disciplina científica.
El psicoanálisis plantea hipótesis que son incomprobables y propone tratamientos que nunca son contrastados experimentalmente. A mucha gente le son familiares conceptos como la represión de los deseos, el desliz freudiano o el complejo de Edipo, pero pocos se paran a pensar de qué manera Freud llegó a estas formas de entender la mente humana. La verdad es que Freud creó estos conceptos sin una metodología clara, valiéndose de su intuición. Sus seguidores los elaboraron y en algunos casos los reinterpretaron, pero lo hicieron de la misma forma en que los teólogos interpretan las escrituras sagradas. La mayoría de estos conceptos son de hecho imposibles de contrastar: no hay forma de diseñar un experimento que pueda mostrar que son falsos.
En otras cuestiones, como la incidencia de la personalidad de la madre en el desarrollo de la homosexualidad, sabemos que la teoría psicoanalítica está equivocada porque la realidad empírica, medida experimentalmente, dice otra cosa, y porque ya conocemos algunas causas biológicas que la explican.
Las formas que toma la terapia psicoanalítica, como la libre asociación de ideas o la interpretación de los sueños, tampoco son científicas, por la misma razón. El analista puede, de hecho, hacer decir al paciente lo que le parezca, ya que no hay manera de comprobar que está equivocado. Si el paciente no está de acuerdo con un diagnóstico, siempre puede aducirse que se niega a aceptarlo debido a que lo está reprimiendo inconscientemente. El psicoanálisis de hecho considera que todos tenemos algún tipo de neurosis y que sólo podemos administrarla, nunca curarla, por lo cual este juego (y las sesiones de terapia) puede continuar indefinidamente.

Algunas de las críticas son las siguientes:

        En su modelo de demarcación de la ciencia, Karl Popper tomó al psicoanálisis como ejemplo de pseudociencia, porque violaba el principio de falsabilidad, en contraste con la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Popper observó que, mientras las condiciones de refutación de las hipótesis de Einstein estaban determinadas con precisión y Einstein estaba dispuesto a empezar de nuevo si la evidencia no las sustentaba, las teorías de Sigmund Freud eran infalsables y le permitían reinterpretar la evidencia cuando no confirma las hipótesis. Aunque Popper calificaba al psicoanálisis como pseudociencia no sugiere que no sea racional o que no sea valioso. Popper mismo declara que el psicoanálisis: "Constituye una interesante metafísica psicológica (y no cabe duda de que hay alguna verdad en él, como sucede tan a menudo en las ideas metafísicas)".
        Adolf Grünbaum considera que la teoría sí puede ser falsada y que, de hecho, resulta ser falsa.
        Alan Sokal y Jean Bricmont explican, en imposturas intelectuales, cómo Jacques Lacan usa el lenguaje matemático en su teoría del psicoanálisis de forma incorrecta y totalmente fuera de contexto para aparentar un carácter científico. Otros autores, sin embargo, explican que el uso por parte de Jacques Lacan de un lenguaje matemático significó no el intento de demostrar matemáticamente las afirmaciones del psicoanálisis, sino una representación simbólica de algunas de tales afirmaciones, con la intención de transmitir la estructura misma en su funcionamiento y vaciada de las argumentaciones de las llamadas "novelas" de cada sujeto. La respuesta de Sokal es que tal uso simbólico de conceptos matemáticos, muy probablemente desconocidos por la gran mayoría de los lectores de Lacan, es de dudosa utilidad. Arkady Plotnitsky (matemático y profesor de la Universidad de Purdue de teoría literaria) ha señalado que también Sokal y Bricmont se equivocan en su libro, puesto que «algunas de sus aseveraciones concernientes a objetos matemáticos y especialmente sobre los números complejos son incorrectas».
        El epistemólogo Mario Bunge, en su modelo de demarcación de la ciencia, sostiene que el psicoanálisis es un ejemplo de pseudociencia porque carece de consistencia externa. Mientras las diferentes disciplinas científicas interactúan apoyándose las unas en las otras, tanto en sus aspectos teóricos como empíricos, el grave problema del psicoanálisis, consistiría según sostiene Bunge, en que se trata de una disciplina aislada del resto del conocimiento, que no interactúa con disciplinas obviamente pertinentes, tales como la psicología experimental, la neurociencia cognitiva y las ciencias biológicas. Más aún, según este autor, el psicoanálisis es incongruente con los descubrimientos de estas disciplinas.
        Sin embargo, el presidente actual de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Andrés Rascovsky, aclara que la opinión de Bunge es parte de "una línea" de epistemólogos y filósofos, que no coincide con la de otros colegas, como el epistemólogo argentino Gregorio Klimovsky. Según Rascovsky, "con Freud, fue justamente el psicoanálisis el que bregó por un campo científico en medio de una psicología ideologizada". Y explica: "No necesariamente el desarrollo de la ciencia de la subjetividad pasa por la empirismo, por ciencias duras, como dice Bunge. No podemos reducir el psiquismo humano a una combinación biológica ni a una química".
        Autores como Van Rillaer recopilaron ejemplos sobre la forma en que Freud y otros psicoanalistas descalifican a sus críticos empleando argumentos de autoridad y falacias ad hominem.
        El psicoanálisis es considerado una pseudociencia por la psicología cognitiva, la psicología evolucionista, la biología molecular, la neurobiología y la psiquiatría actual. Le critican el hecho de que se basa en teorías obsoletas e hipótesis que carecen de apoyo empírico. Ejemplo de ello son sus construcciones metapsicoanalíticas: el complejo de Edipo, el complejo de castración, la Envidia del pene o la Pulsión de muerte, no poseen base empírica o científica.[cita requerida
        B.F.Skinner criticó a los psicoanalistas y psicólogos cognitivos de especular con procesos internos cuando no disponen de los medios de observación apropiados.
        Hans Eysenck recopiló y criticó todos los estudios existentes sobre la efectividad del psicoanálisis en su libro Decadencia y Caída del Imperio Freudiano y concluye afirmando que el tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis.
        Freud es criticado por varios autores que le acusan por haber falseado sus investigaciones. Algunos historiadores y periodistas sostienen que hay una gran divergencia entre la evolución de los casos clínicos tal como Freud la relata en sus textos y los casos reales. Uno de los casos más famosos es el de Serguéi Pankéyev (llamado "el hombre de los lobos"), investigado por la periodista Karin Obholzer. Pankejeff sufría de una grave neurosis y pesadillas recurrentes que le impedían valerse por sus propios medios. Freud interpretó los sueños del paciente, concluyendo que estaban relacionados con un trauma sexual de su infancia. Según Freud, tras un largo tratamiento Pankejeff se curó. Posteriormente volvió a enfermar y tuvo un nuevo tratamiento con Freud, ahora totalmente arruinado tras la Gran Guerra y la Revolución Sovietica. Karin Obholzer pretende que la historia fue muy distinta. No sólo Pankejeff nunca se curó, sino que siguió siendo tratado por otros psicoanalistas hasta su muerte y su estado durante ese transcurso empeoró considerablemente. Pankejeff cobraba un sueldo mensual a cargo de la Fundación Sigmund Freud, con el propósito de mantenerlo oculto en Viena, para que el fraude no se hiciera público. Sin embargo sus defensores afirmaron que Freud, y otros psicoanalistas, sostuvieron economicamente a Sergei ya que no tenía otro modo de sobrevivir en la dura posguerra. Ciertamente otros psicoanalistas volvieron a tratar a "El hombre de los lobos" posteriormente ante otras recaidas en su grave neurosis. Todos esos tratamientos posteriores fueron publicados, inclusos las memorias de Sergei, lo que desmiente el supuesto ocultamiento que refiere la periodista.

Según explica M. Bunge en su tratado de La Investigación Científica:

"El psicoanálisis no debe confundirse con la psicología ni con la psiquiatría. El psicoanálisis pretende ser una teoría y una técnica terapéutica. Como teoría sería aceptable si se mostrara que es suficientemente verdadero; como técnica, si se mostrara que es suficientemente eficaz. Pero para poder sostener la pretensión de verdad o la pretensión de eficiencia, un cuerpo de ideas y practicas tiene que someterse el mismo a los cánones de desarrollo de la ciencia pura y aplicada, por lo menos si desea ser tomado por una ciencia. Ahora bien, el psicoanálisis no consigue pasar las pruebas de cientificidad.

1. Las tesis del psicoanálisis son ajenas a la psicología, la antropología y la biología, y a menudo incompatibles con ellas. Por ejemplo el psicoanálisis es ajeno a la teoría del aprendizaje, el capitulo más adelantado de la psicología. La hipótesis de una memoria racial inconsciente no tiene apoyo alguno en genética; la afirmación de que la agresividad es instintiva y universal se contradice con la etnología y la antropología; la hipótesis de que todo hombre acarrea un complejo de Edipo esta en contradicción con los datos de la antropología. Esto no sería grave si se tratara de puntos secundarios de la doctrina; pero son puntos importantes y, sobre todo, el psicoanálisis no puede apelar a la ciencia para eliminar esas partes de su doctrina, porque se presenta como una ciencia rival e independiente.

2. Algunas hipótesis psicoanalíticas son incontrastables; por ejemplo las de la sexualidad infantil, la existencia de entidades desencarnadas dentro de la personalidad (el id, el ego, el super ego), y del sueño como significativo de la vuelta al seno materno.

3. Las tesis psicoanalíticas que son contrastables han sido ilustradas, pero nunca realmente contrastadas por los psicoanalistas con la ayuda de técnicas corrientes de contrastación; en particular, la estadística no desempeña papel alguno en el psicoanálisis. Y cuando han sido psicólogos científicos los que han sometido esas tesis a contrastación, el resultado ha sido un fracaso. Ejemplos:
a) la conjetura de que todo sueño es la satisfacción de un deseo ha sido contrastada preguntando a sujetos con necesidades urgentes y objetivamente conocidas, como la sed, el contenido de los sueños; resultado: hay muy escasa correlación entre las necesidades y los sueños.
b) Según la hipótesis de la catarsis, la contemplación de films que exponen comportamientos violentos debería tener como resultado una descarga de agresividad; la experimentación científica ha mostrado el resultado contrario (R. H. Walters y otros científicos, 1962).
c) Estudios muy sistemáticos y tenaces (W. H. Sewell, 1952, y M. A. Strauss, 1957) han destruido la tesis psicoanalítica de que existe una correlación relevante entre las primeras costumbres de alimentación y excreción, por un lado, y rasgos de la personalidad por otros.
d) Formando grupos para estimar la influencia de la terapéutica psicoanalítica en la neurosis, no se ha encontrado influencia favorable alguna, pues el porcentaje de curaciones estaba algo por debajo del porcentaje de curaciones espontaneas (resultados de H. H. W. Miles y otros experimentadores, 1951, de H. J. Eysenck, 1952, y de E. E. Levitt, 1957); en cambio, la técnica científica de recondicionamiento tiene éxito en la mayoría de los casos (J. Wolpe, 1958).

4. Aunque algunas conjeturas psicoanalíticas son, tomadas aisladamente, contrastables, y lo han sido, como acabamos de ver, en cambio no son contrastables tomadas como un cuerpo total. Por ejemplo: si el análisis del contenido de un sueño no muestra que ese sueño es la satisfacción imaginaria de un deseo, el psicoanalista sostendrá que eso solo prueba que el sujeto ha reprimido enérgicamente su deseo, el cual está por tanto más allá del control del terapeuta; análogamente, ante una persona que no presente complejo de Edipo, el psicoanalista dirá que lo tiene muy reprimido, tal vez por temor a la castración. Y de esta manera las diversas tesis, los diversos miembros de la banda, se protegen los unos a los otros, y la doctrina en su conjunto resulta inatacable por la experiencia.

5. El psicoanálisis, además de eliminar por absorción indiscriminada toda evidencia que normalmente (en la ciencia) seria considerada desfavorable, se resiste a la crítica. Y hasta la elimina mediante el argumento ad hominen según el cual el crítico está manifestando el fenómeno de resistencia, y confirmando así la hipótesis psicoanalítica sobre ese fenómeno. Ahora bien: si ni la argumentación ni la experiencia pueden resquebrajar una doctrina, entonces esa doctrina es un dogma, no una ciencia. Las teorías científicas, lejos de ser perfectas, son, o bien fracasos que se olvidan, o bien construcciones perfectibles, y por tanto corregidas en el curso del tiempo".

En conferencia ofrecida el 10 de noviembre de 1989, M. Bunge plantea acerca del psicoanálisis:

"El psicoanálisis esta en el mismo bote que la parapsicología, con el agravante de que los psicoanalistas no hacen experimentos y cobran consulta. En primer lugar el psicoanálisis, al igual que la parapsicología, involucra el dualismo psiconeural, es decir, la tesis de que la psique es inmaterial y, más aún, puede actuar sobre el cuerpo, por ejemplo, causando dolencias psicosomáticas. Semejante dualismo choca con la psicología fisiológica y mantiene a la medicina psicosomática en una etapa precientifica. La medicina psicosomática científica no es sino psiconeuroendocrinoinmunologia: explica las llamadas "somatizaciones" como efectos de procesos cerebrales que interactúan con procesos musculares, endocrinos o inmunes.

En segundo lugar, las hipótesis psicoanalíticas son de dos clases: contrastables e incontrastables por medios empíricos. Por ejemplo, la hipótesis de la represión es incontrastable, porque algo reprimido, tal como un trauma infantil o el complejo de Edipo, no se distingue empíricamente de algo que no existe. Ahora bien, por definición de "ciencia" las hipótesis incontrastables no son científicas. Ergo, la parte incontrastable del psicoanálisis no es científica.

En cuanto a las hipótesis psicoanalíticas contrastables, a la vez se agrupan en dos clases: las que han sido puestas a prueba y las que aun no han sido contrastadas. Por ejemplo, las estadísticas existentes muestran que el tratamiento psicoanalítico es ineficaz en el mejor de los casos; en cambio, los trataminentos científicos de los mismos trastornos, por ejemplo, mediante terapia de la conducta, drogas o cirugía, son eficaces en un alto porcentaje.

Otro ejemplo es la hipótesis psicoanalítica de que la personalidad adulta está determinada únicamente por el tipo de entrenamiento precoz del control de los esfínteres: el entrenamiento severo produciría individuos de carácter "anal", y el permisivo, individuos de carácter "oral". Estudios cuidadosos han mostrado que no hay correlación entre las dos variables. Mas aún, desde el punto de vista conceptual la partición de las personalidades entre anales y orales es burda y deja de lado rasgos importantes tales como la prosocialidad y la antisocialidad, la introversión y la extroversión, la laboriosidad y la facilidad de aprendizaje. La propiedad misma de ser "anal" u "oral" es imaginaria.

No ha habido muchos experimentos para poner a prueba las fantasías psicoanalíticas, y los pocos que hay han sido diseñados y ejecutados por no psicoanalistas. Que yo sepa, ninguna de las hipótesis contrastables del psicoanálisis ha sido confirmada. Sin embargo, también en este caso debemos ir al encuentro del empirista ingenuo, que pide una postergación de la condena definitiva del psicoanálisis hasta tanto no aparezcan datos empíricos favorables al mismo. En mi opinión esta eventualidad no puede ocurrir porque el psicoanálisis comete el pecado filosófico original de sostener el dualismo psiconeural, así como el pecado metodológico de aislarse de las demás disciplinas y exigir que se lo juzgue con su propia vara. La hipótesis del alma inmaterial (dividida en yo, superyo y ello) es incontrastable en el mejor de los casos, y en el peor, choca con el monismo psiconeural inherente a la psicología fisiológica. Y la exigencia de gozar del privilegio de no ser sometido a los mismos controles experimentales que se emplean en la psicología colocan al psicoanálisis automáticamente al margen de la ciencia.

En resolución, el psicoanálisis es tan pseudocientífico como la parapsicología. El único modo que tienen los psicoanalistas de evitar este estigma es adquiriendo otro: sosteniendo, como lo hacen Lacan y sus discípulos, que el psicoanálisis no tiene pretensiones científicas, pues pertenece a la psicología "humanista" o incluso a la retorica. No veo inconvenientes en concederles esta retirada, siempre que se abstengan de tratar enfermos mentales". 

  El siguiente texto pertenece a El Libro Negro del Psicoanálisis:

El psicoanálisis se hizo marginal
Francia es, con la Argentina, el país más freudiano del mundo. En estos dos países se admite comúnmente que:

  • todo lapsus es "revelador"
  • que los sueños inevitablemente develan "deseos inconfesables"
  • o que todo psicólogo es forzosamente un "psicoanalista".
En Francia, cuando los alumnos preparan sus exámenes finales del bachillerato, y a lo largo de toda la formación de maestros y profesores, las ideas de Freud son enseñadas como verdades incuestionables.

De trece mil psiquiatras, el setenta por ciento practica psicoanálisis o alguna terapia de inspiración psicoanalítica.
Los freudianos están sólidamente instalados en hospitales y universidades. En los medios de comunicación se les prodigan generalmente los calificativos de "expertos" o "especialistas". El psicoanálisis goza así de un prestigio evidente.
Sin embargo, son muy pocos los que saben que esta situación es única en el mundo.
En el extranjero, el psicoanálisis se ha hecho marginal. En los Países Bajos, la nación donde se consume menos cantidad de ansiolíticos, el psicoanálisis es casi inexistente en tanto terapia.
En Estados Unidos, sólo cinco mil personas se psicoanalizan: en relación con los 295 millones de norteamericanos.
El Myers, el manual que sirve de referencia a los estudiantes de Psicología allende el océano, consagra apenas once páginas a las teorías freudianas, de las 740 con las que cuenta.

¿Tendrán razón Francia y la Argentina, solas, en contra del resto del mundo?


Freud y la cocaína
Por Han Israëls. Historiador de la psicología. Autor de "El caso Freud. Histeria y cocaína".

En 1884 Freud, que entonces tenía 28 años, comenzó sus experiencias con la cocaína, una sustancia relativamente mal conocida en aquella época. Freud quería descubrir algo. Intenta así utilizar la cocaína como medio de liberarse de la morfinomanía: había leído en una revista norteamericana que eso era posible. Lleva a cabo la experiencia con Ernst von Fleischl-Marxow, un colega y amigo que se había vuelto morfinómano luego de una penosa operación quirúrgica.

Si se da crédito a las publicaciones de Freud, la desintoxicación de la morfina fue un acierto total. En 1884, escribe que el morfinómano en cuestión –del que evidentemente no proporciona el nombre– había logrado de inmediato, gracias a la cocaína, abstenerse de la morfina sin padecer síntomas de abstinencia importantes y que además, diez días más tarde, había dejado de tomar cocaína. En 1887 afirmó que que era posible curar la morfinomanía por la cocaína y que él había participado directamente en la cura de este tipo, que había sido un éxito total.

Pero en su correspondencia privada, Freud cuenta, ofreciendo detalles, una historia muy distinta. (...) En mayo de 1885, un año después del comienzo del tratamiento, Freud anota en una carta a Martha que Fleischl sólo sobrevivía con ayuda de cocaína y de morfina, y que había utilizado grandes cantidades de cocaína durante los últimos meses. El consumo había sido tal que le había provocado una intoxicación crónica cuyas consecuencias eran un grave insomnio y una suerte de deliriums tremens. Se sentía tan mal que prometía suicidarse luego de la muerte de sus padres.

(...) La lección de esta historia es la siguiente: en sus publicaciones, Freud no tuvo ningún escrúpulo en presentar una terapia desastrosa como un éxito resonante. Un investigador que comunica sus resultados de este modo no merece ser tomado con seriedad. Sólo se puede calificar de estafador.


Los pacientes imaginarios
Por Mikkel Borch-Jacobsen. Filósofo. Autor de siete libros sobre psiquiatría e historia del psicoanálisis.

Una de las razones por las cuales ha sido necesario tanto tiempo para hacerse una idea más precisa de la eficacia de los análisis practicados por Freud es que evidentemente no se conocía la identidad real de sus pacientes. Protegido por el secreto médico, Freud podía entonces permitirse escribir lo que fuera, y sólo muy progresivamente se hizo camino la verdad, a medida que los historiadores lograban identificar a las personas que se ocultaban detrás de los nombres pintorescos de "Elisabeth von R.", del "Hombre de los Lobos" o del "Pequeño Hans". (..) El balance resulta poco convincente.

Señorita Anna O.: Sabemos ya que Bertha Pappenheim no se había curado en absoluto de ningún síntoma histérico por la "cura por la palabra" de Breuer, contrariamente a las aseveraciones repetidas por Freud. Se comprende, en estas condiciones, que ella haya sido más que escéptica en relación con el psicoanálisis:
según el testimonio de Dora Edinger, "Bertha Pappenheim no habló nunca de ese período de su vida y se oponía con vehemencia a toda sugerencia de un tratamiento psicoanalítico para las personas que tenía a su cargo, ante la gran sorpresa de la gente que trabajaba con ella".

Cecilia M.: Su verdadero nombre era Anna von Lieben, nacida baronesa de Tedesco. Esta paciente muy importante e Freud llamaba su "Maestra" (Lehrmeisterin) sufría también múltiples síntomas y excentricidades. Era además morfinómana. Según Peter J. Swales, que fue el primero en identificarla públicamente, su tratamiento con Freud, que duró de 1887 a 1893, no produjo ninguna mejoría en su estado, sino al contrario. Su hija declaró más tarde a Kurt Eissler –que la entrevistó para los Archivos Freud– que la familia detestaba cordialmente a Freud ("todos lo odiábamos") y que la paciente misma se interesaba mucho menos por la cura catártica que por las dosis de morfina que su doctor le administraba con liberalidad: "Vamos, lo único que esperaba de él era la morfina".

El Pequeño Hans: "La historia de enfermedad y curación" del pequeño Herbert Graf no fue tal, como tampoco las de Aurelia Kronich o Ida Bauer. Freud y el padre del niño, Max Graf, gastaron tesoros de ingeniosidad psicoanalítica para la curación de aquello que Freud llamó una fobia a los caballos, considerando que provenía del complejo de castración del pequeño niño. Herbert, que evidentemente parecía tener más sentido común que sus dos terapeutas, atribuía su miedo a los caballos y a otros grandes animales a un accidente de ómnibus del que había sido testigo, en el curso del cual dos caballos habían caído para atrás. En esta segunda hipótesis, mucho más simple y prosaica, no hay por qué asombrarse de que la angustia del niño por los animales se haya atenuado espontáneamente después de un tiempo. ¡Lo sorprendente es más bien que Herbert haya salido indemne del espantoso interrogatorio edípico-policial al que su padre y Freud lo sometieron!

El Hombre de los Lobos: En el caso de Sergius Pankejeff, podemos evaluar la eficacia a largo plazo de sus dos momentos de análisis con Freud, y es rigurosamente nula: sesenta años después, Pankejeff seguía siendo víctima de pensamientos obsesivos y de ataques de depresión profunda, a pesar de un seguimiento analítico casi constante por parte de los discípulos de Freud. Este brillante éxito terapéutico fue en realidad un fracaso total.


Una nebulosa sin consistencia
Por Mikkel Borch-Jacobsen.

No nos preguntaríamos más por qué el psicoanálisis tuvo tanto éxito si estuviéramos persuadidos de su validez. En realidad, la cuestión sugiere implícitamente que no creemos, o que ya no creemos: "¿Cómo explicar que una teoría falsa como el psicoanálisis haya tenido tanto éxito?". Para decirlo de otro modo: "¿Cómo hemos podido engañarnos hasta este punto?".

(...) ¿Qué hay en la teoría psicoanalítica que la vuelve capaz de cumplir tantas funciones? Nada, según mi opinión: precisamente porque es perfectamente vacía, perfectamente hueca, esta teoría pudo propagarse como lo hizo, y adaptarse a contextos tan distintos. Se equivoca quien se pregunta qué explica el éxito del psicoanálisis, ya que nunca hubo algo como el psicoanálisis, al menos entendiéndolo como un cuerpo de doctrina coherente, organizada en torno a tesis claramente definidas y por consiguiente potencialmente refutables. El psicoanálisis no existe; es una nebulosa sin consistencia, un blanco en perpetuo movimiento.

¿Qué hay en común entre las teorías de Freud y las de Rank, de Ferenczi, de Reich, de Melanie Klein, de Karen Horney, de Imre Hermann, de Winnicott, de Bion, de Bowlby, de Kohut, de Lacan, de Laplanche, de André Green, de Slavoj Zizek, de Julia Kristeva, de Juliet Mitchell? Más aún, ¿qué hay en común entre la teoría de la histeria profesada por Freud en 1895, la teoría de la seducción de los años 1896-1897, la teoría de la sexualidad del año 1900, la segunda teoría de las pulsiones de 1914, la segunda tópica y la tercera teoría de las pulsiones de los años veinte? Alcanza con consultar cualquier artículo del "Diccionario del psicoanálisis" de Laplanche y Pontalis para darse cuenta de que el "psicoanálisis" ha sido desde el comienzo una teoría que se renueva (o flota) permanentemente, capaz de tomar los virajes más inesperados.

(...) Freud se permitió a menudo cambiar sus teorías cuando percibía que estaban invalidadas por los hechos (Clark Glymour, Adolf Grünbaum), pero se confunde rigor falsacionista y oportunismo teórico. Ningún "hecho" era susceptible de refutar las teorías de Freud, las adaptaba a las objeciones que se les hacían.


El psicoanálisis decepcionó al mismo Freud
Por Isabelle Stengers. Filósofa de las ciencias belga.

Final de su vida, en el artículo "Análisis terminable e interminable" de 1937, Freud confiesa en términos muy claros el fracaso de toda su empresa. (...) Freud mostró con enorme insistencia que la relación de fuerzas entre el paciente y el analista es desfavorable para este último, en el sentido de que todo lo que puede movilizar en contra de las resistencias del paciente no basta, la mayoría de las veces, para vencerlas. Entonces la técnica psicoanalítica no ha cumplido sus promesas, decepcionó al viejo Freud exactamente de la misma manera en que la hipnosis lo había decepcionado en los tiempos del inicio del psicoanálisis.
Desde este punto de vista, este artículo pone un punto al psicoanálisis, un punto verdaderamente final, y, si uno lo lee desde esta perspectiva, como nosotros lo hemos hecho, es algo que resulta del todo evidente.


Los honorarios sin escrúpulos
Por Peter Swales. Historiador del psicoanálisis galés.

Tres años más tarde (en 1913), en un ensayo titulado "Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis", Freud aborda la cuestión de los honorarios, un tema que omitió profundizar siempre en su obra publicada –tan lamentablemente, hay que señalarlo–. Recomienda a los practicantes adoptar desde el comienzo una actitud muy franca. Deben convenir expresamente, con audacia y sin escrúpulos, honorarios suficientemente altos para que los clientes potenciales tengan la impresión de que la prestación que les será propuesta tiene valor.
A la "cuestión molesta" de la duración del tratamiento –una cuestión "a la que, de hecho, es casi imposible responder"– Freud responde que un analista sólo puede dar garantía de que durará "más de lo que prevé el paciente".

Freud sostuvo que los honorarios elevados estaban justificados por el hecho de que, cualquiera fuera la duración del tratamiento, el psicoanálisis contaba con su promesa de partida: la cura de la neurosis. Por otra parte, es a partir de consideraciones terapéuticas que él recomendó esa actitud interesada; después de todo, la reducción progresiva del volumen del portafolio o del contenido de los bolsillos del paciente podía servirle de aguijón para mejorar en la vida. En virtud de este razonamiento y de la idea de que el pago de honorarios permitía mantener la relación entre el doctor y su paciente en un plan estrictamente profesional, el psicoanalista estaba entonces por la fuerza de las cosas en la imposibilidad de seguir con los pacientes por caridad, lo que, de todas formas, habida cuenta de los tiempos pasados, había sido fuertemente perjudicial para sus ingresos.

El corolario era que se les negaba a los pobres el beneficio del psicoanálisis, y que sólo merced a los dones del dinero, cualesquiera que fueran, podían hacer desaparecer sus neurosis. Con tales propósitos, Freud afirmaba hablar con conocimiento de causa.

Durante diez años, preocupado por hacer llegar la luz hasta los secretos de la neurosis, había atendido siempre a uno o dos pacientes gratis; luego las cosas tomaban un carácter inevitablemente personal, arruinando de manera irreversible la alianza terapéutica.


Cualquiera puede ser psicoanalista
Por Jacques Van Rillaer. Profesor de Psicología de la Universidad de Louvain-la-Neuve en Bélgica.

Detengámonos un poco más en el hecho de que el psicoanálisis es una actividad fácil, lo que poca gente comprende, salvo quienes lo han practicado. Sin embargo, el propio Freud lo ha dicho y lo ha repetido: "La técnica del psicoanálisis es mucho más fácil de aplicar de lo que uno se imagina a partir de su descripción". La regla de atención flotante, que dirige el modo en que el psicoanalista escucha, "permite economizar un esfuerzo de atención que no se podría mantener todos los días durante horas". "Cada uno posee en su propio inconsciente un instrumento con el cual puede interpretar las expresiones del inconsciente de los demás". "El trabajo analítico es un arte de la interpretación, cuyo manejo concluyente demanda cierto tacto y práctica, pero que no es difícil aprender".

(...) En una curación, el analista freudiano adopta esencialmente tres tipos de actividad:

  1. escuchar en estado de atención flotante, es decir, sin el esfuerzo de atención; 
  2. emitir regularmente "hummmm", para asegurarle al cliente que se lo está escuchando y que tiene interés en continuar asociando "libremente"… sobre temas freudianos; 
  3. hacer de tiempo en tiempo interpretaciones, a veces comprensibles, a veces enigmáticas.

La decodificación psicoanalítica es muy simple: en gran parte, consiste en separar las palabras –llamadas "significantes"– y en señalar analogías o significaciones simbólicas. Esto es accesible a toda persona que terminó el secundario y que leyó algunos libros de psicoanálisis. Cuando el cliente hace preguntas comprometedoras, sólo hace falta devolverle el fardo: "¿Por qué me pregunta eso?", "¿Qué interpela eso?", etc. Sus críticas y sus oposiciones se interpretarán como "resistencias", "negaciones" o manifestaciones de una "transferencia hostil". Nunca remiten al analista en cuestión.

Cualquiera puede autorizarse como "psicoanalista" y ejercer este oficio, que no tiene estatus legal. Desde que el psicoanálisis ha tenido éxito, numerosas personas lo han practicado sin haber hecho estudios de psicología o de psiquiatría.

(Nota del autor del blog: obviamente esto último no es correcto en todos los países, en Argentina por ejemplo, los psicoanalistas tienen que ser psicólogos. Al fin y al cabo, la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional se centra casi exclusivamente en el psicoanálisis, lo cual llevó al epistemólogo Mario Bunge, a llamarla: "Facultad de Ciencias Ocultas")


La táctica de la jerga incomprensible
Por Jacques Van Rillaer

Los freudianos –principalmente en Francia– utilizan bonitas fórmulas y se jactan de una vasta cultura literaria y filosófica. A instancias de Lacan, citan mucho a Platón, a Goethe, a Poe. Conocen algún mito antiguo y desde luego a los poetas surrealistas. Pero no hay que dejarse intimidar, y resulta útil recordar, según el eminente epistemólogo Gaston Bachelard, que "la paciencia del erudito no tiene nada que ver con la paciencia científica". Otro modo de engañar con falsas apariencias es el uso de una jerga incomprensible. Este tipo de lenguaje ofrece seguridad intelectual porque vuelve a la doctrina aparentemente "irrefutable" (a toda objeción, se puede responder: "Usted no ha comprendido nada", "La verdad analítica es otra, está en todas partes", promueve mistificaciones (haciendo pasar simples acrobacias verbales por nuevas contribuciones al saber), facilita el abuso de poder y de la explotación financiera, proporciona intensas satisfacciones narcisistas. Para no dejar que se burlen de uno, conviene leer el análisis hecho por Erwin Goffman de los procedimientos de mistificación del público. Citemos sus conclusiones: "Como lo muestran innumerables cuentos populares e innumerables ritos de iniciación, el verdadero secreto oculto detrás del misterio es, a menudo, que en la realidad no hay misterio; el verdadero problema radica en impedir que el público también lo sepa".

(...) Lacan explotó sin avergonzarse la táctica de interpretaciones sibilinas. Los alumnos-analizantes intentaban, en grupo, decodificar sus palabras. Jean-Guy Godin escribió, en el diario de su análisis didáctico con el maestro parisino: "Por supuesto, la estrategia –digamos el cálculo de Lacan– era uno de nuestros temas de conversación regular en ese bistró donde estábamos; ya que sus intervenciones presentaban siempre un costado enigmático, algo indecible: ¿se podía apostar con certeza acerca de la presencia de intenciones o sobre la ausencia de segundas intenciones?". Para sus admiradores, Lacan podía producir cualquier asociación libre y decir lo que sea: ellos se encargarían luego de otorgarle un sentido, un sentido profundamente bien comprendido.


Las mentiras de Freud
Por Frank Cioffi. Epistemólogo norteamericano. Autor de "Freud y la cuestión de la pseudociencia".

Sigmund Freud pudo haber sido un gran hombre, pero no era por ello un hombre honorable. Grande por la imaginación y la elocuencia, se deshonró al dirigir un movimiento dogmático en interés del cual nunca dejó de perjurar. Es posible que haya sido herido, alguna vez, por su tendencia a renegar de sus ideales.

(...) Entre las mentiras de Freud, se pueden citar las siguientes: que descubrió el complejo de Edipo sobre la base de falsos recuerdos de seducción paterna; que había una vez una joven llamada Anna O.; que su teoría de la sexualidad ha sido confirmada por la observación directa que emprendió de los niños; y que no tenía ninguna idea preconcebida en cuanto a la influencia de la sexualidad cuando comenzó a analizar a sus pacientes, por lo que la supuesta corroboración no pudo ser debida a la sugestión.

(...) Algunos reconocen las mentiras de Freud, pero las perdonan en virtud de verdades que no han sido sin embargo transmitidas y de sus consecuencias benéficas. Este razonamiento no es nuevo. Un historiador norteamericano, escandalizado por el rechazo de Speer a admitir que estaba al tanto de la "solución final" (de los nazis) y persuadido de que había mentido cuando rechazó asistir a una conferencia sobre este tema, habría modificado el informe de los debates, de manera que Himmler parecía dirigirse directamente a Speer. Un filósofo de las ciencias canadiense le concedió a Freud las mismas circunstancias atenuantes: "Freud, como muchos teóricos celosos, sin dudas falsificó las pruebas en función de la teoría. Freud demostró un compromiso apasionado por la Verdad, la verdad profunda, subyacente, en tanto que valor. Este compromiso ideológico es totalmente compatible con el hecho de mentir como un zapador, y hasta puede incluso exigirlo."


¿El psicoanálisis cura?
Por Jean Cottraux. Psiquiatra francés. Director de la unidad de tratamiento de la ansiedad del hospital de la Universidad de Lyon.

¿Exploración indefinida o cura de las mentes con problemas? ¿Disciplina reina del conocimiento de sí o método terapéutico? ¿Desarrollo personal o terapia? Los psicoanalistas han sabido aprovechar esta ambigüedad notablemente. Cuando se les pregunta sobre la eficacia de la terapéutica, responden que su objetivo último es el conocimiento de sí. Cuando se les exige que justifiquen los conocimientos que adquirieron por este método, dicen que la prueba brillante son sus resultados terapéuticos y que éstos se miden con la vara de los testimonios de cada caso definitivamente curado. A este doble lenguaje se añade a veces la arrogancia frente a los demás tratamientos psicológicos y farmacológicos. Estos últimos se orientan a tratar pero no a curar. El psicoanálisis cambiaría las estructuras mentales mientras que los otros métodos no harían más que desplazar los síntomas.

Sin embargo, los capítulos de este libro [El Libro Negro del Psicoanálisis] no permiten afirmar que la cura sea muy frecuente en psicoanálisis, incluso en las manos particularmente esclarecidas del padre del psicoanálisis. El mito de la sustitución de los síntomas en las otras formas de psicoterapia, en particular de las terapias cognitivo-conductuales, ha recorrido un largo trecho.

En nuestros días, la cuestión de los resultados del psicoanálisis agita no sólo al mundo de los psicoanalistas, sino también al gran público. Éste está mejor informado y deseoso por comprender qué le espera en el diván, y también quiere evaluar las alternativas a un método largo y costoso.

Desde los orígenes, se le reprocharon a Freud menos sus ideas, sus juicios banales y próximos a los de Charcot y Janet, que la poca eficacia de su método. Durante el siglo XX, la controversia continuó a pesar de la marcha triunfal del psicoanálisis. Desde los años sesenta, los cuestionamientos han sido, en especial, más numerosos y han llevado al advenimiento de otras formas de psicoterapia en la mayoría de los países democráticos, en particular en Estados Unidos y en los países de Europa. No ha sucedido lo mismo en Francia, que sigue siendo, con la Argentina y Brasil, uno de los bastiones de la influencia psicoanalítica casi sin parangón hasta el día de hoy.


Víctima del análisis
Por Annie Gruyer. Se psicoanalizó durante siete años.

Un martes de septiembre de 1992, puse término a siete años de terapia de inspiración psicoanalítica. Yo acababa de cumplir veinte años. Me acuerdo del inmenso alivio que sentí ese día: tenía la impresión de que me estaba arrancando de una especie de laberinto donde yo erraba desde hacía años, sin ningún fin preciso, sin poder estar segura de que un día encontraría una salida. Me sentía liberada, aun cuando no había resuelto ninguna de mis dificultades, aun si retomaba mi camino con los mismos sufrimientos, las mismas preguntas al hombro.

(...) Centro hospitalario, consulta externa, un lunes a las dos de la tarde. Inicié mi primera entrevista en terapia cognitiva-conductual (TCC). El médico psiquiatra que me recibió comenzó inmediatamente el diálogo. Me preguntó por qué había venido, cuáles eran mis dificultades. Yo le expliqué mis perturbaciones y qué cosas me invalidaban en la vida cotidiana. Después de haberme planteado algunas preguntas suplementarias, me dijo esto: "A través de todo lo que usted me explicó, le puedo decir que todo lo que usted describe lleva un nombre: agorafobia acompañada de una perturbación pánica. Es importante que usted sepa que yo entiendo lo que sufre, y que usted no está sola en este caso. Es una fobia conocida y que se puede tratar: podemos ayudarla".

Siete años barridos en una sesión. Me sentía aliviada, ligera: yo no estaba loca, yo no era la única en sentir esas terribles crisis de angustia, yo podría librarme de ellas. Y ahora me sentía apoyada.(...) En 18 meses, hice progresos que no imaginaba que fueran posibles. Entonces, ¡existían otras terapias además del psicoanálisis! Enfoques sin un Gran Maestro todopoderoso ni discípulos fanáticos. Para mi, la solución vino de la TCC. Para otros, se tratará de otra forma de tratamiento. Hoy lo importante ya no es hacer del paciente una víctima, un ser pasivo al que se deja empantanado en un síntoma que sería "solamente" la parte visible de un iceberg... Que cada persona que sufra pueda ser aliviada prioritariamente de sus perturbaciones y síntomas por médicos y psicólogos que dialogan y que tratan. Cada enfermo, aún en el terreno de la salud mental, tiene derecho a un diagnóstico, a una explicación del enfoque propuesto por el terapeuta. El fin de un tratamiento debería ser el alivio del sufrimiento y la autonomía del individuo en una "alianza terapéutica" y humana. Es una cuestión de salud pública.


El psicoanálisis saboteó a las madres
Por Violaine Guéritault. Psicóloga. Autora de "La carga emocional y física de las madres".

Durante décadas, el psicoanálisis se dedicó a sabotear ese frágil lugar que la sociedad de los hombres había dejado a la mujer: su rol materno, la transmisión, con la vida, del amor, de la educación de los primeros años. Durante milenios las mujeres habían sido consideradas inferiores a los hombres, excepto en el dominio familiar, en el cual se les reconocía su competencia y su valor. Con el psicoanálisis ya no les queda ni siquiera ese espacio reservado a ellas.

Durante mucho tiempo, Estados Unidos contribuyó a vehiculizar esas teorías culpabilizadoras de la madre hasta que la corriente de pensamiento freudiana perdió progresivamente su vigor en los años ochenta y noventa. (...) La psicología moderna comprendió que el psiquismo humano no era un parque de diversiones en el cual uno puede permitirse enunciar pseudoverdades sin tener pruebas tangibles de lo que se postula. El drama psicológico que durante años vivieron cientos de madres de esquizofrénicos o autistas, acusadas de los peores delitos basándose sólo en la fe que se prestaba a un puñado de psiquiatras, resulta tanto más inadmisible si se atiende a que la investigación científica ha demostrado hoy que esas graves perturbaciones son en buena medida de origen neurofisiológico. ¿Qué consecuencias trágicas ha traído la culpabilización a ultranza de estas madres? ¿Cuántas madres han vivido con la convicción de que eran monstruos incapaces de amar verdaderamente a sus hijos? ¿Cuántos dramas familiares y vidas arruinadas?

(...) Parecería que, en Francia, las madres son siempre consideradas peligrosas para sus hijos, y aun mortíferas. Tal como la Reina de la Noche, en "La flauta mágica" de Mozart, que quiere arrancar a su hija Pamina de la influencia de su padre, el sabio Sarastro, ellas se desgañitan en gritos histéricos y devastadores. No estamos hablando de algunos casos abusivos, de algunas madres: ¡no! Son LAS madres en general, TODAS las madres. ¿Dónde están los estudios, las investigaciones? ¿Sobre qué reposan estas perentorias acusaciones?


Los mitos sobre la homosexualidad
Por Pascal de Sutter. Psicólogo y sexólogo. Jefe de Sexología del Hospital de Waterloo, Canadá.

Freud enunció teorías muy refutables sobre la homosexualidad. No duda en citar a Iwan Bloch para afirmar que la homosexualidad "está extraordinariamente difundida en numerosos pueblos salvajes y primitivos".

¿De dónde viene, entonces, que la llame una "perversión"? De la madre, probablemente… Según el psicoanálisis, ella es muy a menudo la causa de los problemas. "Entre todos los hombres homosexuales, existió en la primera infancia, olvidada más tarde por el individuo, una relación erótica muy intensa con la persona femenina, generalmente la madre, suscitada o favorecida por la ternura excesiva de la madre misma, reforzada además por la retirada del padre en la vida del niño", escribió.

Y si un homosexual afirma que su madre no suscitaba una ternura excesiva, Freud dirá que la ha "olvidado". Advirtamos sin embargo que, para Freud, no sólo los padres se ven cuestionados: la acentuación del erotismo anal también sería un factor que favorecería la predisposición.

El erotismo anal es una idea que regresa numerosas veces en los escritos de los sucesores de Freud. Esto alude evidentemente a la práctica de la sodomía. ¿Pero no es ridículo vincular el fenómeno de la homosexualidad a una simple práctica sexual (que por otra parte no concierne a todos los homosexuales, ni es practicada por todos ellos)? Siguiendo la misma lógica, se podría decir que las mujeres que practican la felación ¡tienen una fijación con el erotismo oral!

(...) Freud estaba impregnado de las concepciones de su tiempo, una época en la que se consideraba a las mujeres como inferiores, a los homosexuales como perversos y a los niños como a seres a quienes sólo una sólida educación podía conducir por el recto camino. ¿Era la suya, a pesar de todo, una luz liberal en un océano de oscurantismo? Podemos dudarlo si se considera que en su época vivía Havelock Ellis (conocido por otra parte por Freud, quien lo cita alguna vez). (...) Ellis estimaba que la homosexualidad podía ser considerada como una simple variación estadística, idea totalmente escandalosa en su época. Freud, mucho más conformista, la clasificaba entre las perversiones.

"El Libro Negro del Psicoanálisis: Vivir, pensar y estar mejor sin Freud", 2007, ISBN 978-950-07-2796-9 es  un compendio de artículos de más de cuarenta autores de diferentes lugares y épocas, dirigido por Catherine Meyer. Tiene unas 650 páginas, y hasta donde leí, es muy jugoso y divulgativo. Sería muy útil conseguir una versión virtual para quienes no puedan conseguirlo en papel.


Ciencia, razón y pensamiento crítico-racional.


  

3 comentarios:

  1. Magnífico artículo.
    El psicoanálisis es una gran mentira. Invito a todo el mundo a leer mi página web "La mentira del psicoanálisis" http://helenpg.wordpress.com

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  2. Freud interpretaba los procesos mentales de sus pacientes proyectándo y racionalizando su propia neurosis, el producto de esas fantasías es lo que hoy recordamos como psicoanálisis.

    Perfil de Freud: Paranoide Fanático: núcleo paranoide con rasgos narcisistas. Delirios de grandeza irracionales y endebles, pretenciosos, desprecia a los demás y es arrogante; restablece el orgullo perdido con reclamaciones extravagantes y fantasías.

    ver a detalle el perfil http://www.holoxtalent.com/apps/blog/sigmund-freud%C2%B4s-personality

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  3. Perfil de Carlos Villanueva: mentecato incolumne que no ha sido capáz de leer los informes de fonagy sobre la eficacia del método psicoanalitico equiparable en eficacia y en efectividad a la "doma de caballos" de la terapia cognitivoconductual, sujeto que, como Eynsick, Watson o Skinner, tuvo enormes problemas con sus parejas porque en este caso su narcisismo sí que llegó a crear divorcios, separciones y relaciones insoportables con sus respectivas hijas e hijos, botarate grandilocuente que se cree superior por intentar despreciar la sombra de un pensador al que él, en doscientas veintinueve reencarnaciones, será incapáz de igualar en intuición e inteligencia... En fin. Aquí mi opinión de los que versáis basura sobre lo que os supera en todas direcciones

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